lunes, 27 de mayo de 2013

Simplificando.

 "Un hombre honrado pocas veces necesita contar más allá de sus diez dedos. Y, en un caso extremo, puede añadir los diez de los pies y olvidar el resto… 
¡Simplicidad, simplicidad, simplicidad!
 
Que vuestros asuntos sean dos o tres, y no cien o mil. 
Y en lugar de un millón, contad media docena y llevad las cuentas con la uña del pulgar.
En medio de ese mar picado de la vida civilizada, son tales las nubes, las tormentas, las arenas movedizas y los otros mil asuntos, que debe uno enfrentar, que un hombre, si no quiere naufragar e irse a pique y bogar sin llegar nunca a puerto, no tiene más remedio que navegar a estima. Y para ello, sin duda, deberá ser un maestro haciendo cálculos… 
¡Simplificad, simplificad!
 
En lugar de tres comidas al día, haced si es preciso tan sólo una. 
Cinco platos en lugar de cien. Y reducid las demás cosas en esa misma proporción. 
¿Por qué debemos vivir con tanta prisa y desperdiciando nuestras vidas? 
En cuanto al trabajo, no tenemos ninguno importante. Padecemos el baile de San Vito y no somos capaces de mantener la cabeza quieta y centrada.
Es raro el hombre que duerme una siesta de media hora después de la comida y, al despertarse, no pregunta: “¿Qué hay de nuevo?”, como si el resto de la humanidad se hubiera quedado montando guardia"
 
Fragmento de “Walden”, de Henry David Thoreau.

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