Se fué la primavera y dejó atrás una maraña de senderos. Las viejas lenguas dicen que regresó a donde pertenecía, a cualquier momento menos a este ahora y apuntó su dirección en el olvido. La primavera se fue con otro que supo deletrear su nombre y me dejó una guitarra para perderme entre sus notas y un espejo para encararme con el mundo.